Día del veterano y los caídos en la Guerra de Malvinas
Unas seis mil balas cayeron sobre nuestros soldados en Malvinas durante la noche del 12 al 13 de junio de 1982. Eran las últimas jornadas y el Regimiento de Infantería Mecanizada 7 “Coronel Conde” resistía con firmeza y valentía. Pero fue uno de los más castigados: perdió 36 hombres en el campo de batalla. Los heridos fueron 152.
Cuando ya era inminente la derrota, el jefe del regimiento, teniente coronel Omar Giménez, propuso a los oficiales enterrar la bandera para no entregarla al enemigo. De inmediato se cumplió la orden. Pero dos jóvenes tenientes, Jorge Guidobono y Miguel Cargnel (ambos habían dado muestras de valor en el combate), se presentaron ante sus jefes en medio de la lluvia de balas y plantearon su disconformidad: el pabellón nacional no debía estar bajo tierra ni tampoco podía entregarse al enemigo. Había que rescatarlo. Giménez aceptó la propuesta de los jóvenes.
Desenterraron la bandera, le quitaron un plástico con el que la habían cubierto, la desarmaron y se distribuyeron las partes (el paño, la corbata, cinco distinciones y tres medallas) entre varios oficiales y suboficiales. De la bandera en sí (es decir, del paño) se encargó Guidobono. De la corbata, Cargnel. El teniente Roberto Colom escondió una distinción en su bota. El mayor Carlos Carrizo Salvadores tomó otra y la colocó debajo de su cinturón. El subteniente Alfredo Luque introdujo una tercera distinción en su guante.
Terminó el combate. El grueso de los soldados fue transportado de inmediato en el buque Canberra rumbo al continente. Pero Cargnel (por su condición de paracaidista) y Guidobono (por ser jefe de Comunicaciones) fueron separados del grupo. Durante quince días los mantuvieron en San Carlos, dentro de un frigorífico. Guidobono, con la bandera envuelta en el torso, se las ingenió para no ser descubierto en el cacheo. Luego los embarcaron y pasaron otras dos semanas a bordo, sin zarpar. Fue entonces cuando ocurrió algo inesperado.
Ordenaron a los prisioneros que se quitaran la ropa. A pesar de que Guidobono quiso disimularlo, un inglés descubrió la bandera. Le ordenó que la entregara. El teniente se negó. El soldado gritó la orden nuevamente. Con calma y firmeza, Guidobono respondió que no entregaba la bandera. La tensión aumentaba. El guardia cargó su fusil.
Alarmado por los gritos, un oficial enemigo se acercó e intentó convencer al argentino de que les diera el paño. Guidobono movía la cabeza negando: la bandera no se entregaba. El inglés advirtió que los argentinos estaban dispuestos a todo, aún desarmados. Pegó media vuelta y se fue. Todas las partes del pabellón se reunieron en Buenos Aires.
Hoy, el estandarte del glorioso Regimiento 7 se conserva en la sala histórica del cuartel, en la localidad Arana, vecina a La Plata. Cada 11 de junio, la bandera veterana de Malvinas desfila ante los soldados del Regimiento.
Fuente: Daniel Balmaceda
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