El Escudo Nacional Argentino
Símbolo patrio: la incógnita del escudo
Un investigador francés destaca la similitud de nuestro emblema con un salvoconducto usado por miembros de un club revolucionario francés para acceder a la Asamblea Legislativa entre 1790 y 1793
Domingo 15 de octubre de 2006 | Publicado en edición impresa La Nación
Escudo de club masónico revolucionario francés, curiosamente casi idéntico al nacional argentino.
Corría el año 1987 y, con la debida anticipación, Francia estaba inmersa de lleno en los preparativos para celebrar el bicentenario de la Revolución Francesa de 1789 con la pompa y el esplendor que evidencia el espíritu galo en las grandes ocasiones. Nada era dejado al azar. Todo era minuciosamente previsto, estudiado y supervisado por una Comisión constituida especialmente a esos efectos y por el ministerio de la Cultura y la Comunicación. Un Programa de 315 páginas consignaba centenares de actividades a desarrollar en Francia y el extranjero. Así, por ejemplo, en esa suerte de catálogo se anunciaba un coloquio en la Sorbona destinado a examinar la influencia de la Revolución sobre los movimientos independentistas en la América latina.
Toda la nación se aprestaba a asociarse a los festejos que culminarían el 14 de julio de 1989 al conmemorar la toma por el pueblo de París de la fortaleza medieval y prisión de La Bastilla, símbolo del despotismo monárquico, que dos siglos antes había sido el punto de partida de la más profunda transformación política e institucional de buena parte del mundo. He creído oportuno mencionar esos preparativos porque considero que, ante la proximidad de nuestra propia celebración de aquí a cuatro años, deberíamos analizar a fondo lo hecho en Francia a raíz de esos fastos para beneficiarnos con tales experiencias.
En esas circunstancias, y siendo embajador en ese admirable país, recibí una carta en la cual un caballero interesado en nuestra historia me sometía a una consulta que no dejó de sorprenderme. Preguntaba cuándo y por qué motivo la República Argentina había adoptado oficialmente como escudo nacional el emblema del que se valían como laissez-passer los miembros de un club revolucionario francés para acceder a la Asamblea Legislativa entre 1790 y 1793. En apoyo de su petición acompañaba copia de una ilustración que figura en la obra La Revolución Francesa, de Michel Vovelle (Tomo 3° página 216). Asimismo quería saber si el diseño había sido obtenido por un argentino durante ese turbulento período o llevado por un jacobino que podría haber viajado para combatir por la independencia argentina.
La similitud con nuestro escudo - como podrá apreciarse por la reproducción que acompaña esta nota- era tan acentuada que no dejó de sorprenderme. Sobre todo teniendo en cuenta que esa credencial era utilizada dos décadas antes de que la Asamblea General Constituyente de 1813 resolviese adoptar el conocido blasón nacional. La curiosidad planteada en términos tan precisos estaba pues plenamente justificada. Como, por mi parte, no tenía ninguna explicación al respecto, tuve que contestarle a mi interlocutor que intentaría satisfacer su demanda consultando a alguien que tuviese cierta versación en la materia.
Intenté conseguir la obra de Vovelle, historiador marxista que interpreta a su manera los sucesos del levantamiento popular contra el régimen de Luis XVI, pero no fue fácil. No había sido distribuida en el comercio y sólo podía adquirirse por una suscripción particular en una editorial vinculada al Partido Comunista.
Me dirigí entonces a la Biblioteca Nacional donde fui recibido muy cortésmente por quien era la Directora del Departamento de Grabados y Fotografías, Laure Beaumont-Maillet, quien conociendo el motivo de mi visita ya había hecho los preparativos para exhibirme el emblema en cuestión conservado con todo cuidado en un voluminoso cartapacio clasificado con la denominación "Código de la Colección Qb.1 Año 1793", que indica el orden interno en que está ubicado en esa repartición. Con inocultable orgullo por la pieza histórica que mostraba ante mis ojos, me proporcionó otras informaciones.
Las iniciales "BR" que aparecen en un círculo bajo la cinta roja que une a los laureles significan "Bibliothèque Royale", razón por la cual también está incluida la corona real. Las letras "Lat" que se ven en el borde derecho del escudo, a la altura de los rayos segundo y tercero del sol, corresponden a la "Colección Latarrade" de la que formaba parte esa estampa y cuyo propietario del mismo nombre vendió una parte a la Biblioteca Nacional en 1841. A su vez, la familia de Latarrade, en 1863, donó a la misma institución otros quince mil grabados, de donde surge que la proveniencia del referido emblema está perfectamente certificada.
La directora agregó que, en su opinión, el movimiento del azul de la mitad superior del escudo, que se asemeja a pequeñas olas, podría indicar que los diputados que lo usaban como credencial para ingresar a la Asamblea Nacional provenían de una región marítima de Francia. Por último, tuvo la gentileza de entregarme varias fotos de distintos tamaños y a todo color sacadas por el fotógrafo oficial de la Biblioteca.
Con esos datos y aprovechando un viaje a Buenos Aires conversé con Bonifacio del Carril, amigo de juventud, a quien expuse con lujo de detalles cómo había llegado a mi conocimiento el tema. Al ver la reproducción de la estampa revolucionaria no pudo reprimir su entusiasmo exclamando que ese documento bien podría llenar un gran vacío en nuestra historia dado que, en lo concerniente al escudo nacional, se desconoce quién hizo el dibujo que sirvió de modelo para hacer el cuño respectivo. Señaló que algunos autores han expuesto diversas teorías en ese sentido, pero que en realidad no han sido sino meras especulaciones carentes de toda base documental. En particular, porque las Actas de la Asamblea comúnmente denominada del Año XIII, que podrían haber arrojado alguna luz, desaparecieron después de 1852 cuando los vencedores de Caseros, que se instalaron en la casona de Juan Manuel de Rosas en Palermo, las incluyeron en un inventario.
De los textos de investigadores como Dardo Corvalán Mendilaharsu,Carlos Roberts, Agustín de Vedia, Luis Cánepa, surge prácticamente un consenso de lo que se sabe con certeza y de lo que se ignora acerca del origen de nuestro escudo patrio. Se sabe que la Asamblea, con el propósito de ejecutar actos soberanos, comisionó al diputado por San Luis, don Agustín Donado, que se encargara de la confección de un sello para autenticar los escritos del gobierno en reemplazo del utilizado hasta entonces con las armas reales de España, y que además serviría para acuñar la primera moneda nacional, "uno de los atributos esenciales de la soberanía", según Joaquín V. González. Está también probado que Donado confió esa tarea al grabador cuzqueño radicado en Buenos Aires Juan de Dios Rivera y que, con el cuño por él tallado, fueron sellados algunos documentos emanados de la Asamblea; por último, en el Archivo General de la Nación figura el decreto del 12 de marzo de 1813, por el cual la Asamblea General Constituyente, con las firmas de su presidente, Tomás Valle, y el secretario Hipólito Vieytes, ordena "que el Supremo Poder Ejecutivo use el mismo sello de este Cuerpo Soberano, con la sola diferencia de que la inscripción del Círculo sea la de Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata" . Con esa formalidad quedó registrada la fecha cierta de la creación de nuestro escudo, por más que "El Redactor de la Asamblea" publicara la noticia el día siguiente.
A partir de ahí empiezan las divergencias y la incertidumbre acerca de quién fue realmente el autor del diseño respectivo. Ha sido atribuido al mismo Donado, al tallador Rivera, al artista peruano Isidro Antonio de Castro y a Bernardo de Monteagudo, entre otros, pero siempre haciendo la salvedad de que no existen constancias concluyentes que permitan sostener con total seguridad a quién de los nombrados cabe asignarle la paternidad del escudo. O sea, que es un debate sobre meras suposiciones.
Corvalán Mendilaharsu, que investigó a fondo este problema, admite que " no se conoce precisamente al autor o inspirador del sello, ni los fundamentos filosóficos y políticos determinantes de los jeroglíficos que lo integran, lo que ha mantenido este asunto en una desesperante oscuridad para los investigadores como para los demás interesados en penetrar el concepto de símbolo máximo".
Para suplir esa "desesperante oscuridad" proliferaron las interpretaciones un tanto antojadizas del significado que tienen las manos unidas, el gorro frigio o de los libertos romanos, la pica, los laureles, el sol incásico y demás elementos, pero ninguna de ellas nos acerca a la verdad histórica.
El misterio subsiste desde hace 193 años. Tal vez el emblema revolucionario francés de 1790 pueda aportar una perspectiva diferente que aliente a los historiadores a tratar de develar la incógnita.
Por Carlos Ortiz de Rozas
El autor fue embajador argentino en Francia (1984-1989). Fuente : hispanismo.org.
Corría el año 1987 y, con la debida anticipación, Francia estaba inmersa de lleno en los preparativos para celebrar el bicentenario de la Revolución Francesa de 1789 con la pompa y el esplendor que evidencia el espíritu galo en las grandes ocasiones. Nada era dejado al azar. Todo era minuciosamente previsto, estudiado y supervisado por una Comisión constituida especialmente a esos efectos y por el ministerio de la Cultura y la Comunicación. Un Programa de 315 páginas consignaba centenares de actividades a desarrollar en Francia y el extranjero. Así, por ejemplo, en esa suerte de catálogo se anunciaba un coloquio en la Sorbona destinado a examinar la influencia de la Revolución sobre los movimientos independentistas en la América latina.
Toda la nación se aprestaba a asociarse a los festejos que culminarían el 14 de julio de 1989 al conmemorar la toma por el pueblo de París de la fortaleza medieval y prisión de La Bastilla, símbolo del despotismo monárquico, que dos siglos antes había sido el punto de partida de la más profunda transformación política e institucional de buena parte del mundo. He creído oportuno mencionar esos preparativos porque considero que, ante la proximidad de nuestra propia celebración de aquí a cuatro años, deberíamos analizar a fondo lo hecho en Francia a raíz de esos fastos para beneficiarnos con tales experiencias.
En esas circunstancias, y siendo embajador en ese admirable país, recibí una carta en la cual un caballero interesado en nuestra historia me sometía a una consulta que no dejó de sorprenderme. Preguntaba cuándo y por qué motivo la República Argentina había adoptado oficialmente como escudo nacional el emblema del que se valían como laissez-passer los miembros de un club revolucionario francés para acceder a la Asamblea Legislativa entre 1790 y 1793. En apoyo de su petición acompañaba copia de una ilustración que figura en la obra La Revolución Francesa, de Michel Vovelle (Tomo 3° página 216). Asimismo quería saber si el diseño había sido obtenido por un argentino durante ese turbulento período o llevado por un jacobino que podría haber viajado para combatir por la independencia argentina.
La similitud con nuestro escudo - como podrá apreciarse por la reproducción que acompaña esta nota- era tan acentuada que no dejó de sorprenderme. Sobre todo teniendo en cuenta que esa credencial era utilizada dos décadas antes de que la Asamblea General Constituyente de 1813 resolviese adoptar el conocido blasón nacional. La curiosidad planteada en términos tan precisos estaba pues plenamente justificada. Como, por mi parte, no tenía ninguna explicación al respecto, tuve que contestarle a mi interlocutor que intentaría satisfacer su demanda consultando a alguien que tuviese cierta versación en la materia.
Intenté conseguir la obra de Vovelle, historiador marxista que interpreta a su manera los sucesos del levantamiento popular contra el régimen de Luis XVI, pero no fue fácil. No había sido distribuida en el comercio y sólo podía adquirirse por una suscripción particular en una editorial vinculada al Partido Comunista.
Me dirigí entonces a la Biblioteca Nacional donde fui recibido muy cortésmente por quien era la Directora del Departamento de Grabados y Fotografías, Laure Beaumont-Maillet, quien conociendo el motivo de mi visita ya había hecho los preparativos para exhibirme el emblema en cuestión conservado con todo cuidado en un voluminoso cartapacio clasificado con la denominación "Código de la Colección Qb.1 Año 1793", que indica el orden interno en que está ubicado en esa repartición. Con inocultable orgullo por la pieza histórica que mostraba ante mis ojos, me proporcionó otras informaciones.
Las iniciales "BR" que aparecen en un círculo bajo la cinta roja que une a los laureles significan "Bibliothèque Royale", razón por la cual también está incluida la corona real. Las letras "Lat" que se ven en el borde derecho del escudo, a la altura de los rayos segundo y tercero del sol, corresponden a la "Colección Latarrade" de la que formaba parte esa estampa y cuyo propietario del mismo nombre vendió una parte a la Biblioteca Nacional en 1841. A su vez, la familia de Latarrade, en 1863, donó a la misma institución otros quince mil grabados, de donde surge que la proveniencia del referido emblema está perfectamente certificada.
La directora agregó que, en su opinión, el movimiento del azul de la mitad superior del escudo, que se asemeja a pequeñas olas, podría indicar que los diputados que lo usaban como credencial para ingresar a la Asamblea Nacional provenían de una región marítima de Francia. Por último, tuvo la gentileza de entregarme varias fotos de distintos tamaños y a todo color sacadas por el fotógrafo oficial de la Biblioteca.
Con esos datos y aprovechando un viaje a Buenos Aires conversé con Bonifacio del Carril, amigo de juventud, a quien expuse con lujo de detalles cómo había llegado a mi conocimiento el tema. Al ver la reproducción de la estampa revolucionaria no pudo reprimir su entusiasmo exclamando que ese documento bien podría llenar un gran vacío en nuestra historia dado que, en lo concerniente al escudo nacional, se desconoce quién hizo el dibujo que sirvió de modelo para hacer el cuño respectivo. Señaló que algunos autores han expuesto diversas teorías en ese sentido, pero que en realidad no han sido sino meras especulaciones carentes de toda base documental. En particular, porque las Actas de la Asamblea comúnmente denominada del Año XIII, que podrían haber arrojado alguna luz, desaparecieron después de 1852 cuando los vencedores de Caseros, que se instalaron en la casona de Juan Manuel de Rosas en Palermo, las incluyeron en un inventario.
De los textos de investigadores como Dardo Corvalán Mendilaharsu,Carlos Roberts, Agustín de Vedia, Luis Cánepa, surge prácticamente un consenso de lo que se sabe con certeza y de lo que se ignora acerca del origen de nuestro escudo patrio. Se sabe que la Asamblea, con el propósito de ejecutar actos soberanos, comisionó al diputado por San Luis, don Agustín Donado, que se encargara de la confección de un sello para autenticar los escritos del gobierno en reemplazo del utilizado hasta entonces con las armas reales de España, y que además serviría para acuñar la primera moneda nacional, "uno de los atributos esenciales de la soberanía", según Joaquín V. González. Está también probado que Donado confió esa tarea al grabador cuzqueño radicado en Buenos Aires Juan de Dios Rivera y que, con el cuño por él tallado, fueron sellados algunos documentos emanados de la Asamblea; por último, en el Archivo General de la Nación figura el decreto del 12 de marzo de 1813, por el cual la Asamblea General Constituyente, con las firmas de su presidente, Tomás Valle, y el secretario Hipólito Vieytes, ordena "que el Supremo Poder Ejecutivo use el mismo sello de este Cuerpo Soberano, con la sola diferencia de que la inscripción del Círculo sea la de Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata" . Con esa formalidad quedó registrada la fecha cierta de la creación de nuestro escudo, por más que "El Redactor de la Asamblea" publicara la noticia el día siguiente.
A partir de ahí empiezan las divergencias y la incertidumbre acerca de quién fue realmente el autor del diseño respectivo. Ha sido atribuido al mismo Donado, al tallador Rivera, al artista peruano Isidro Antonio de Castro y a Bernardo de Monteagudo, entre otros, pero siempre haciendo la salvedad de que no existen constancias concluyentes que permitan sostener con total seguridad a quién de los nombrados cabe asignarle la paternidad del escudo. O sea, que es un debate sobre meras suposiciones.
Corvalán Mendilaharsu, que investigó a fondo este problema, admite que " no se conoce precisamente al autor o inspirador del sello, ni los fundamentos filosóficos y políticos determinantes de los jeroglíficos que lo integran, lo que ha mantenido este asunto en una desesperante oscuridad para los investigadores como para los demás interesados en penetrar el concepto de símbolo máximo".
Para suplir esa "desesperante oscuridad" proliferaron las interpretaciones un tanto antojadizas del significado que tienen las manos unidas, el gorro frigio o de los libertos romanos, la pica, los laureles, el sol incásico y demás elementos, pero ninguna de ellas nos acerca a la verdad histórica.
El misterio subsiste desde hace 193 años. Tal vez el emblema revolucionario francés de 1790 pueda aportar una perspectiva diferente que aliente a los historiadores a tratar de develar la incógnita.
Por Carlos Ortiz de Rozas
El autor fue embajador argentino en Francia (1984-1989). Fuente : hispanismo.org.
Escudo Nacional
Desde que se instaló
la Primera Junta en 1810, en todos los documentos oficiales y actos
gubernamentales se utilizaban las mismas “armas reales” (dibujo a modo de
escudo) que durante el virreinato, hasta que fueron sustituidas por el Escudo
Nacional, el 12 de Marzo de 1813, adoptado por la Asamblea General
Constituyente.
La Asamblea encomendó
al diputado por San Luis, Agustín Donado, que se encargara de la elaboración de
un sello oficial destinado a legitimar sus resoluciones, para reemplazar al
utilizado durante el gobierno virreinal. Donado confió el trabajo a un
reconocido grabador de la época: Juan de Dios Rivera. Por otra parte, se
ignora quién hizo los dibujos originales, aunque algunas versiones dan a
Bernardo de Monteagudo como su gestor.
El sello finalmente
adoptado por la Asamblea de 1813 da origen al Escudo Nacional Argentino.
Ello se desprende de las evidencias y del indisimulable parecido
entre ambos, aunque no se conoce decreto ni resolución alguna que imponga la
adopción de dicho sello como símbolo patrio. De todos modos se estima que
esta medida pudo haber sido tomada en las primeras sesiones de la Asamblea (que
se instaló el 31 de enero de 1813), pues se conservan dos cartas de ciudadanía una
de ellas (que se encuentra guardada en el Museo Histórico Nacional) fue
extendida a favor de don Antonio Olavaria, mientras que la otra fue otorgada al
extranjero don Francisco de Paula Saubidet.
El 12 de marzo de
1813 aparece la primera mención oficial expresa acerca del sello. La
sesión de ese día dice: “Hecha una moción en este día por uno de los
ciudadanos representantes para que se designe al Supremo Poder Ejecutivo el
sello que debe usar en sus diplomas y contestaciones oficiales, se acordó por
unanimidad de votos lo siguiente: La Asamblea General Constituyente ordena que
el Supremo Poder Ejecutivo use el mismo sello de este Cuerpo Soberano, con la
única diferencia que la inscripción del círculo deberá ser “Supremo Poder
Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata”’.
Así quedó instituido
nuestro actual escudo, y tiempo después se fijó el Día del Escudo Nacional (el
12 de marzo), en conmemoración de aquella trascendente jornada.
Significado
Las formas del Escudo
Nacional representan gloria, unión y libertad, tres de los ideales básicos
soñados con el nacimiento de la nueva Nación.
Parte por parte
El óvalo: está
dividido por una línea horizontal en la parte media, y los colores nacionales
–azul y blanco- constituyen los dos cuarteles del escudo.
El Sol: figurado
hasta tener rostro, el Sol naciente sobre el extremo del campo superior
simboliza el nacimiento de la nueva Nación. Posee veintiún rayos
visibles, diez de ellos flamígeros (es decir, con forma de llama) y los once
restantes rectos.
Los brazos: Ingresan
desde ambos flancos del cuartel blanco, inclinados elevándose hacia el centro a
45º sobre la horizontal. Las manos diestras se encajan en forma de
apretón en el cuadro inferior del óvalo, sosteniendo la pica. Representan
la unión de los pueblos de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
La pica: es una
especie de lanza corta que representa el propósito de sostener la libertad
(simbolizada en el gorro frigio) con las armas si fuera necesario.
El gorro: es el
símbolo de la libertad. Aunque su nombre es en realidad “gorro de gules”,
suele ser comúnmente llamado “frigio” por ser semejante al usado por los
frigios, que adoptaron luego como emblema de libertad los revolucionarios
franceses de 1783 y posteriormente los republicanos españoles. Los
frigios eran un pueblo de la antigua Asia Menor, de civilización adelantada,
que constituyeron un pueblo independiente en tiempos de Midas (último rey de
Frigia) a fines del siglo VII a.C., cuando fueron destruidos por los cimerios.
Los laureles: son
símbolos de victoria y triunfo, y evidencian la gloria militar adquirida en
Suipacha y en Tucumán. La rama izquierda posee veintitrés hojas en el
lado interior y veinticinco en el exterior. La derecha, veintiuna en el
interior y veinte en el exterior.
La cinta: en forma de
moño, entrelaza con los colores de la Bandera Nacional los laureles que bordean
el escudo.
de ellas (que se
encuentra guardada en el Museo Histórico Nacional) fue extendida a favor de don
Antonio Olavaria, mientras que la otra fue otorgada al extranjero don Francisco
de Paula Saubidet.
El 12 de marzo de
1813 aparece la primera mención oficial expresa acerca del sello. La
sesión de ese día dice: “Hecha una moción en este día por uno de los
ciudadanos representantes para que se designe al Supremo Poder Ejecutivo el
sello que debe usar en sus diplomas y contestaciones oficiales, se acordó por
unanimidad de votos lo siguiente: La Asamblea General Constituyente ordena que
el Supremo Poder Ejecutivo use el mismo sello de este Cuerpo Soberano, con la
única diferencia que la inscripción del círculo deberá ser “Supremo Poder
Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata”’.
Así quedó instituido
nuestro actual escudo, y tiempo después se fijó el Día del Escudo Nacional (el
12 de marzo), en conmemoración de aquella trascendente jornada.
Significado
Las formas del Escudo
Nacional representan gloria, unión y libertad, tres de los ideales básicos
soñados con el nacimiento de la nueva Nación.
Parte por parte
El óvalo: está
dividido por una línea horizontal en la parte media, y los colores nacionales
–azul y blanco- constituyen los dos cuarteles del escudo.
El Sol: figurado
hasta tener rostro, el Sol naciente sobre el extremo del campo superior
simboliza el nacimiento de la nueva Nación. Posee veintiún rayos
visibles, diez de ellos flamígeros (es decir, con forma de llama) y los once
restantes rectos.
Los brazos: Ingresan
desde ambos flancos del cuartel blanco, inclinados elevándose hacia el centro a
45º sobre la horizontal. Las manos diestras se encajan en forma de
apretón en el cuadro inferior del óvalo, sosteniendo la pica. Representan
la unión de los pueblos de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
La pica: es una
especie de lanza corta que representa el propósito de sostener la libertad
(simbolizada en el gorro frigio) con las armas si fuera necesario.
El gorro: es el
símbolo de la libertad. Aunque su nombre es en realidad “gorro de gules”,
suele ser comúnmente llamado “frigio” por ser semejante al usado por los
frigios, que adoptaron luego como emblema de libertad los revolucionarios
franceses de 1783 y posteriormente los republicanos españoles. Los
frigios eran un pueblo de la antigua Asia Menor, de civilización adelantada,
que constituyeron un pueblo independiente en tiempos de Midas (último rey de
Frigia) a fines del siglo VII a.C., cuando fueron destruidos por los cimerios.
Los laureles: son
símbolos de victoria y triunfo, y evidencian la gloria militar adquirida en
Suipacha y en Tucumán. La rama izquierda posee veintitrés hojas en el
lado interior y veinticinco en el exterior. La derecha, veintiuna en el
interior y veinte en el exterior.
La cinta: en forma de
moño, entrelaza con los colores de la Bandera Nacional los laureles que bordean
el escudo.
Fuente
Efemérides –
Patricios de Vuelta de Obligado
Portal
www.revisionistas.com.ar
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