La Promesa a la Bandera y su historia
La historia del hombre tiene muchos relatos de juramentos y de promesas en el caso de la Promesa a la bandera de nuestro país debemos escudriñar en la historia de Domingo Faustino Sarmiento y su idea de formular el Normalismo en la Educación Argentina.
Sarmiento encontrándose en Estados Unidos ideó junto a Horacio Mann (considerado el padre de la educación en ese país) y su esposa un plan que consistía en captar maestras estadounidenses para formar maestras en la Argentina.
Fue así que en 1868 Sarmiento como presidente llegaron al país en los restantes 30 años sesenta y cinco docentes, sesenta y una eran maestras y cuatro maestros.
Estos docentes forjaron las bases del sistema educativo argentino Introdujeron cuestiones como el desarrollo artístico, el sentido de la responsabilidad, la puntualidad, la asistencia a pesar de las inclemencias del tiempo, el aseo personal y el orden, el trabajo manual, la gimnasia, cuadernos de trabajos, deberes escritos, bibliotecas escolares, exposiciones de historia natural y excursiones educativas. Suprimieron los exámenes públicos, a la vez que desalentaron el aprendizaje de memoria. También contribuyeron a jerarquizar el rol del docente y permitieron que muchas mujeres argentinas tuvieran una profesión.
Primera Maestra Norteamericana
Tenía 25 años y se llamaba Mary Elizabeth Gorman. Fue la primera docente norteamericana en llegar al país y, según los planes de Sarmiento, su destino era San Juan. Para su provincia Sarmiento había pensado la primera escuela normal del país, para la que mandó libros, muebles e incluso los planos cuando todavía estaba en Estados Unidos. Sin embargo el sueño sarmientino recién se iba a concretar cuando el sanjuanino ya no fuera Presidente de la Nación.
La colectividad norteamericana que vivía en Buenos Aires impidió que Mary Gorman viajara a San Juan. Los motivos no eran menores: en 1869 San Juan era una provincia pobre, atrasada y revoltosa, donde era común el asesinato de gobernadores o el ataque de montoneras. A San Juan se llegaba después de un viaje de más de diez días en diligencia, atravesando medio país deshabitado, con el peligro de ataques de indios o caudillos. No había ferrocarril, ni agua corriente en las casas, ni luz eléctrica.
En abril de 1870 llegaron a Buenos Aires tres docentes más. Desembarcaron en el peor momento, en la Semana Santa de 1870, cuando el asesinato de Urquiza y el levantamiento de López Jordán convulsionó todo el litoral. Sarmiento en persona fue a esperarlas al puerto de Buenos Aires. También quería convencerlas de venir a San Juan y para eso había dispuesto que una de sus sobrinas las acompañara. Eran Serena Frances Wood y las hermanas Isabel y Anna Dudley, que luego de escuchar los consejos de sus compatriotas en este país, tampoco aceptaron a San Juan como destino. Serena Wood moriría un año después, víctima de la epidemia de fiebre amarilla. Sus compañeras de viaje volvieron a norteamérica con un pasaje que sus compatriotas les regalaron.
Ya para ese entonces, con el arribo de otros docentes, se organizó la Escuela Normal de Paraná, Entre Ríos.
La colectividad norteamericana que vivía en Buenos Aires impidió que Mary Gorman viajara a San Juan. Los motivos no eran menores: en 1869 San Juan era una provincia pobre, atrasada y revoltosa, donde era común el asesinato de gobernadores o el ataque de montoneras. A San Juan se llegaba después de un viaje de más de diez días en diligencia, atravesando medio país deshabitado, con el peligro de ataques de indios o caudillos. No había ferrocarril, ni agua corriente en las casas, ni luz eléctrica.
En abril de 1870 llegaron a Buenos Aires tres docentes más. Desembarcaron en el peor momento, en la Semana Santa de 1870, cuando el asesinato de Urquiza y el levantamiento de López Jordán convulsionó todo el litoral. Sarmiento en persona fue a esperarlas al puerto de Buenos Aires. También quería convencerlas de venir a San Juan y para eso había dispuesto que una de sus sobrinas las acompañara. Eran Serena Frances Wood y las hermanas Isabel y Anna Dudley, que luego de escuchar los consejos de sus compatriotas en este país, tampoco aceptaron a San Juan como destino. Serena Wood moriría un año después, víctima de la epidemia de fiebre amarilla. Sus compañeras de viaje volvieron a norteamérica con un pasaje que sus compatriotas les regalaron.
Ya para ese entonces, con el arribo de otros docentes, se organizó la Escuela Normal de Paraná, Entre Ríos.
Mary Olstine Graham:
Nació en Saint Louis, Missouri, el 13 de agosto de 1842 y cursó allí el magisterio. Llegó a la Argentina en 1879. Pasados seis meses de preparación en Paraná, llegó a San Juan. Tenía 27 años y su destino era hacerse cargo de la dirección de la Escuela Normal que había sido creada ese año en esta provincia. Cuando Sarmiento supo de su capacidad docente, expresó que “había valido la pena esperar tanto”. Hacía diez años que el sanjuanino trataba de convencer a maestros norteamericanos de venir a San Juan, donde él hubiera querido instalar la primera Escuela Normal.
Entre 1879 y 1882 Mary Graham fue vicedirectora de María Luisa Villarino de Del Carril y ese año asumió la dirección.
“Miss Mary” causó asombro en San Juan con la puesta en práctica de su método de enseñanza, basado en la observación y la experiencia. Su objetivo era inducir a los alumnos a analizar y comprender más que a memorizar.
Estaba en funciones como directora de la Escuela Normal de San Juan cuando en 1883 se graduó el primer grupo de maestras. Ese año llegaron a la provincia cuatro nuevas maestras norteamericanas: Clara Gillies, que venía a ocupar la vicedirección; Sarah y Florence Atkinson y Sarah Harrison.
Cuando, al cabo de seis años, Mary Graham cumplió su segundo contrato en San Juan, regresó a Estados Unidos. El pueblo sanjuanino estaba tan preocupado por la posibilidad de perderla, que le hicieron prometer que volvería. Así lo hizo e incluso regresó con su hermana Martha y su cuñado. En 1887 fue nombrada para organizar y dirigir la Escuela Normal de La Plata, tarea que terminó en 1888. Murió en esa ciudad el 10 de marzo de 1902.
La promesa a la bandera
Otra costumbre que introdujeron los docentes traídos por Sarmiento fue la de la jura a la bandera practica vigente en el país del norte.
Fue así, que por muchas décadas los niños prestaron juramento a la Bandera nacional. Más tarde y debido a las implicancias religiosas que tiene un juramento, donde se pone a Dios por testigo del acto, pareció una desmesura pedirlo a los niños por entenderse que su edad (aproximadamente 10 años) limitaba la total comprensión sobre las implicancias de su decisión.
Por otra parte, era habitual que prestaran juramento a la Patria cuando se incorporaban las filas de las fuerzas armadas en el curso del servicio militar; en cuyo caso constituía una redundancia evidente. Además, se tuvo presente que la sensibilidad de algunas confesiones religiosas suscitaba cuestiones que convenía evitar en beneficio del pluralismo propio de una sociedad democrática.
En consecuencia, las autoridades nacionales tomaron la decisión de cambiar el tradicional juramento por una solemne promesa.
Fuente: http://www.sanjuanalmundo.org/articulo.php?id=17010
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